Cumple Sejmet I

PROVOCACIÓN
El cumpleaños de Sejmet era al siguiente día, por diversos motivos no se había dado el tiempo para tomar el tema, así que Nathaniel visitó a Ademar en la fuente de la luna. Deseaba organizar con él los preparativos de una pequeña celebración.  Al ofrecerle la mano como saludo, el tritón descubrió una quemadura en el antebrazo del elfo. Antes de querer hablar de cualquier cosa, el joven  convenció al pelimorado de ir a la enfermería y atender su herida.

El lugar parecía estar vacio, así que el tritón decidió buscar por su propia cuenta algún ungüento o bálsamo para su amigo. Mientras revisaba gavetas,  Ademar preguntó si sería correcto celebrar cuando tenían la guerra encima, pero Nathaniel le sonrió de manera franca.

-Con una guerra encima tal vez no existía un después.-Dijo el elfo con naturalidad.- Sejmet es de esas que valoran cada día y con su ego enorme, seguro estará muy feliz de que no dejemos de celebrar que está viva.
-Siempre que hablas de ella suena como si no te agradara del todo- replicó Ademar durante su  búsqueda.
-Al contrario... -Suspiró el elfo y al notar que no estaban solos, su sonrisa se amplió un pocos- Creo que me gusta, si sobrevive le pediré su mano.
-¿Qué? no entiendo la broma -el tritón alzó una ceja. -Dijiste que no te mezclarías jamás con una oscura.
-Y seguro piensas que ella tampoco me aceptaría- se rió el elfo- pero mi teoría es que por el rechazo de su ángel aceptará a quién no le haga daño... Yo no me metería con ella, pero sería conveniente tenerla a mi lado. -comenzó a enumerar razones con sus dedos- Si sobrevive puede llegar a sobre salir, su familia en Dacora tiene una gran fortuna, su familia en Visara también tiene buena posición, siendo una oscura puede ayudarme con mi castillo y además... no está tan fea.
-¡Eso suena horrible! - el tritón sacó un ungüento para examinarlo y después miró a su amigo con incredulidad.
-Ni tanto. También está la opción de convencerla de que se case con alguien que me sea conveniente y de paso también le sirva a ella. -Sonrió- Una mujer despechada hace cosas que no te imaginas. A demás de ti mi buen amigo ¿Quién se opondría?

Raphael corrió de golpe la cortina tras ellos, había estado atendiendo a un paciente todo el rato. Ademar se sorprendió al verlo salir,  pero el elfo lo miró con tranquilidad.

-Nos despachamos solos, espero que no te moleste que tome tus cosas sin permiso-dijo Nathaniel de forma un tanto ambigua.
- No toques nada. -le interrumpió el arcángel- ¿Qué clase de herida tienes? -pasó de largo para dejar unos botes de ungüento en una mesa cercana, su cara era una máscara de furia contenida.
-Ok no tocare tus cosas pero... ¿Te molestaría si me acerco a Sejmet? es una chica conveniente, y en el fondo, tampoco soy un mal partido. -Nathaniel lo observó detenidamente mientras Ademar apretó los dientes al escucharlo.

Sin quererlo, la mirada del tritón se paseo de uno a otro, para luego mirar a la puerta evaluando que tan rápido podría salir de allí si fuera necesario. Raphael le dedicó al elfo una mirada dura que rara vez se dejaba ver en su rostro. Lo que provocó reacciones inversas en los dos luminosos. Mientras Ademar se intimidó de cierta manera, Nathaniel parecía bastante interesado e incluso divertido con aquella reacción.

- Si lo haces simplemente para aprovecharte de ella, no me quedaré con los brazos cruzados. -contestó, mirando la herida en el antebrazo del pelimorado, depositó su mano en ella, apretando más de lo necesario- Si te atreves a utilizarla... -apretó otro poco.
-¿Qué más te da? -Una punzada de dolor apareció al instante, pero el pelimorado no se inmutó -la dejaste ¿no?
- Eso no significa que permitiré que cualquier patán le arruine la vida... -le clavó una mirada que no era digna de un ángel, sin dejar de apretar la herida.
- Sólo está bromeando señor Raphael -Ademar miró a los ojos a su amigo y negó con la cabeza tratando de que cambiara la postura que había tomado, pero el elfo lo ignoró del todo.
-Se la dejas tranquilamente al tal Kedne, no me considero inferior a él.
-Nathaniel... -Murmuró el tritón.
- Sejmet es libre de tomar las decisiones que mejor le parezcan. -añadió ángel, soltando un poco su brazo- Yo voy a cuidarla como pueda... aunque sea de lejos... -dejó que la luz bajara por sus dedos, su rostro de pronto estaba menos molesto y más... triste.
Nathaniel depositó su mano libre sobre el hombro del ángel con fraternidad.
-Ella es una de esas pocas oscuras que son felices con la monogamia. Más que cuidar de ella, vas a tener que cuidarte de ella, eres la presa que esa loba no piensa dejar ir...- entonces le sonrió amablemente- Que bueno que me soltaste, estabas a punto de hacerme llorar y hubiera sido muy vergonzoso hacerlo frente a Ademar.

Raphael le miró un poco confundido y luego sonrió por una milésima de segundo, separándose del elfo.

-Esa reacción es interesante... pero qué tal si... Ademar tú tienes más oportunidad de conquistar a Sejmet que yo ¿por qué no lo intentas?
-A mi no me metas. No tengo intención de molestarla.
-¿Le tienes miedo a Raphael?
-Respeto y valoro mi amistad con Sejmet, aunque esté loca.
Raphael regresó su atención a sus medicinas, escuchando la conversación con detalle.

-Señor Raphael... -lo llamó tímidamente el tritón y luego se arrepintió.  Empujó al elfo en dirección de la puerta de salida. - Gracias por la ayuda. Vamos Nathaniel.
-Estas invitado a la fiesta de cumpleaños de Sejmet, si quieres venir -Dijo el elfo comenzando a caminar- Pero no respondo por lo que pueda pasar...

Raphael asintió sin responder. De pronto, una cabecita se asomó tras la cortina de la que había salido el arcángel.
- ¿Eh, puedo ir también? -preguntó la vocecita de Sujamí, más bajita que de costumbre, era quien estaba recibiendo tratamiento por parte de Raphael.  Nathaniel se detuvo en seco y se giró para verla.
-Claro que estas invitada... -En un instante ya estaba junto ella y le puso la mano en la cabeza.-¿Estás enferma o herida?
- Wiiii -celebró la elfilla. Estaba vendada y tenía algunos moretones.- No es nada, solo unas heridas corruptas luego de mi última misión. -le aseguró, con un gesto de su mano para restarle importancia- ¡Tendré que buscarle un buen regalo a Sejmet! -añadió, casi saltando de la cama.
- Eh, tú tienes que descansar. -le interrumpió el arcángel.
- Tranquila "ternurita" si regalas tu presencia es suficiente -le alborotó el cabello y se giró a ver a Raphael- si tú vas asegúrate de llevarle un regalo mejor que el mío o te ganaré puntos
- Jo, pero no puedo ir con las manos vacías... -murmuró la chica con un puchero.
Raphael le dedicó una sonrisa de lado y siguió a lo suyo.
- Buena suerte. -fue lo único que le respondió.

Horas más tarde Nathaniel se encontraba en su cafetería terminando la lista de todas las tareas que tenía que realizar para la celebración. La noche estaba avanzada, era la hora menos concurrida ya que la taberna acaparaba a casi toda la clientela nocturna. El par de comensales que se encontraban en una mesa del fondo se habían levantado después de pagar la cuenta y el elfo decidió cerrar el lugar por ese día. Comenzó a limpiar dejando hasta el más pequeño rincón de la cafetería y su casa impecables. Ya que sentía que tenía tiempo, se dedicó esta vez a la decoración cumpleañera y se concentró tanto en su labor afinando detalles, que para cuando se dio cuenta ya pasaba de media noche. Se sentía algo cansado , pero como de costumbre el sueño no llegaba a darle reposo. Ya estaba en ello,  así que comenzó a preparar todo que necesitaría en la cocina para el día siguiente. Volteó a ver el reloj y se dio cuenta de que si no se acostaba pronto, no tendría ni un par de horas para dormir antes comenzar con la preparación de los bocadillos y tarta para la fiesta. Subió a su habitación, se dio un baño y vistiendo su pijama se tiró sobre la cama sin  quitar la colcha ni intentar cubrirse. Cayó  boca abajo pesadamente, como si hubiera perdido el conocimiento y se quedó quieto con los ojos cerrados esperando ser atrapado por el sueño. Se quedó así por unos minutos, pero no pudo descubrir si conseguiría dormir o no. Se escucharon risas estrepitosas en la calle y comenzaron a llamar a la puerta con demasiada energía. "Está cerrado, murmuró sin moverse. Trató de ignorar el sonido de la campanilla, los golpes en la puerta y  el sonido de piedrecillas  chocando en la venta de su habitación.  Pero al no recibir respuesta sus visitantes comenzaron a llamarlo a gritos.
-¡CÁLLENSE Y DEJEN DORMIR MALDITO PAR DE IDIOTAS! -Gritó el elfo levantándose de golpe y arrojando la lámpara junto a su cama por la venta, tenía la esperanza de golpear a alguno o por lo menos cortarlos con los vidrios rotos para hacerlos desistir.
-¡AY!  ¡SALVAJE! -Gritó Ramybé y Sejmet se rió a carcajadas.
-Es mi cumpleaños cariño ven y únete a mi fiesta -dijo por fin la loba. En su tono se notaba que se encontraba pasada de copas al igual que el demonio.

El elfo bajó a toda velocidad y abrió la puerta de golpe.
-Aun no amanece tonta -Gruñó el pelimorado al momento y dio un paso atrás al ver a los oscuros.
-Pero después de las doce ya cuenta como nuevo día -dijo la loba abriendo completamente la puerta para entrar al establecimiento con Mir detrás de ella.
-Comenzamos la fiesta desde media noche - rió el sastre agitando botellas vacías de licor.
-¿Y qué significa esa vestimenta? -reprochó el elfo mirando a la calle para ver si había mucha gente que los hubiera visto.
-¡fiestaaaaa dee pijamaaaaas!- canturreó la loba desde el interior.

Nathaniel cerró la puerta tras los recién llegados y desvió la mirada tratando de no posarla en Sejmet. Comenzó a encender los candelabros del lugar lo más despacio posible, mientras los dos amigos parloteaban ruidosa y alegremente viendo aparecer la decoración conforme se iba iluminando el salón. El elfo no se acerco a ellos hasta que dejó de sentir el calor del rubor en su rostro. Intentando no volver a ver directamente a la loba.
Sejmet estaba ataviada  en una coqueta... ¿pijama?. Era una especie de pequeño vestido de tela suave y ligera con toques de encaje en el busto que exhibía demasiada piel atravesé de escotes demasiado atrevidos en espalda, caderas y pecho, a los ojos el elfo era poco más que ropa interior. El sastre se dirigió a la cocina en busca de licor, y la guardiana se aproximó al luminoso con los brazos extendidos.

-¡Quiero mi abrazo de cumpleaños!- dijo la chica en un tono infantil.
-No me gusta tocar oscuros.
-Pero somos del mismo clan, eso nos hace casi casi familia -replicó - No somos ni oscuros, ni luminosos cuando estamos solo nosotros.
-No me dan ganas de abrazarte.
-¿Por qué? -Sejmet bajó los brazos en un ademan decepcionado.- Yo te quiero mucho... hasta creo que me gustas.
-Para mí solo eres medio útil... -gruñó Nathaniel frunciendo el ceño.- aunque a veces resultas más molesta que conveniente. ¿Por qué te gustaría perra fastidiosa?
-Porque eres muy fuerte y tan guapo que hasta puedo perdonarte las trancas que me has puesto. A decir verdad eres más guapo que cualquiera de tu especie que hubiera visto -la chica se acercó más a él- Lo único malo es que últimamente te estás poniendo muy ojeroso y está bajando tu musculatura y me costa que no es por falta de ejercicio  -le puso delicadamente la mano en el rostro- ¿Comes bien?
-¿Qué te importa?- le retiró la mano con un golpe - ¿No ibas comportarte como una dama? recuerdo que el año pasado te lo habías propuesto y siegues igual que siempre. No deberías andar vestida así para que cualquiera te vea.
-Ya no importa... -la peligris bajó la cabeza como perrito regañado- Y esta ropa no iba ser para que cualquiera la vea. Mir la hizo para mi noche de bodas, pero ese día ya no va a llegar...

El sastre salió de la cocina con todo el vino que podía cargar. Se movió lo más rápido que pudo al escuchar a donde se dirigía la conversación y quiso calmar el ambiente de la forma más casual posible.

-Es un atuendo demasiado hermoso para no ser usado -dijo dejando unas botellas en la barra y le entregó una a cada uno.- brindemos por mi excelencia como diseñador y por el cumpleaños de mi bella mami modelo.      

Sejmet se bebió más de la mitad del contenido de la botella en un solo trago, mientras Nathaniel lo terminó todo al primero. Ramybé los desafió a un concurso para ver quien aguantaba a beber más y pronto se vio casi imposibilitado para seguir de pie. Los dos oscuros se tambaleaban peligrosamente y discutían a gritos sobre la situación amorosa de la loba. El sastre regañaba a la guardiana por haber dicho la verdad a su novio y provocar la ruptura, ella vociferaba que lo amaba demasiado para mentirle. Así que al final terminaron peleando por algo que el sastre quería evitar desde un principio.

-¿Qué es la felicidad?- preguntó Nathaniel tratando de cambiar el tema.
-Felicidad es crear la belleza y repartir el buen gusto para eso lerdos que no lo tienen -respondió el sastre al instante.
-Felicidad es obtener todo lo quiero. -Sonrió la loba.
-¿Tú qué sabes? -replicó el mestizo.
-Más que tú...

Los oscuros comenzaron a discutir de nuevo y rápidamente empezaron a pelear y gritar. Nathaniel bebía mientras los observaba con fastidio. Por un lado le alegraba que gracias a los molestos chillidos de los amigos la vestimenta de la loba se había vuelto irrelevante. Por el otro notaba que su nivel de paciencia bajaba dramáticamente; por lo tanto decidió que era el momento de pasar la batuta de aquel espectáculo a alguien más tolerante.

-¿Por qué no resuelves lo de Raphael?- Interrumpió el elfo.- Digo, si de verdad lo quieres.
-Claro que lo quiero... el problema es que no lo he vuelto -replicó la loba al instante- no es como si pudiera llamar a su puerta para hablar con él y aclararlo todo. Si no quiere verme no hay nada que pueda hacer.  
-Tú no puedes, pero conoces a alguien que sí- le entregó el comunicador con el que acostumbraba hablar con Ademar- te haría feliz tenerlo de regreso ¿no? solo averigua que hacer para contentarlo